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divendres, 26 d’abril del 2024

CITA

Un día, la vida me invitó a un café. No sé si eso pasa muchas veces así es que acepté de buen grado. No es importante el motivo de la invitación, lo transcendental es que se haya producido. Sentados sin más público que una taza humeante, pondremos en orden algunos cajones, sacaremos el polvo de algunos muebles y después limpiaremos los trapos. Una conversación intimista, como si hablara conmigo mismo.

El largo flashback del principio, puso borrosa la vista. Grandes cosas vivimos, aunque también otras cosas no tan grandes y sobrevolar algunas de esas secuencias que ya conocidas despertó el mismo sentimiento que tuve la primera vez, con la misma euforia del momento pero disfrazada de añoranza.

Cuando el viaje se fue acercando al hoy, la nostalgia se tornó sonrisa, felicidad y rabia en función de la viñeta, hasta llegar a las dudas del ahora: ¿esto está bien?, ¿está mal?, ¿está bien pero es mejorable?, ¿no solo está mal, sino que está fatal? Fue la parte más incómoda pues coincide con el momento de la cita y casi todo tiene un motivo.

La solución más difícil de encontrar es a la pregunta ¿qué cambiar?  y encima, las respuestas a esas preguntas, harán que surja otra más dolorosa por lo que hiere: ¿Por qué no lo hice antes? Es cierto que  en adelante puede intentarse que las decisiones sean más acertadas, la experiencia ayudará, pero acecha con incertidumbre la última: ¿Tengo tiempo para ello? Lastimosamente un corto vistazo a los próximos días, semanas o meses no despejaran dudas y…

No queda otra que pedir la cuenta, levantarse para abonarla y afrontar el día en pie y si se hace con una sonrisa mejor. Al menos con el mejor talante, por quien te rodea. También lo merecen, incluso puede que lo necesiten. Puede que tú mismo tengas la necesidad de que sea así. Sé que equivocarse de nuevo entra en los parámetros de la lógica, se tendrá que afrontar sin desesperar por lo que ocurra, además… siempre habrá una cafetería donde tomar un café.