Una pandemia impidió que, con permiso del resto de clubes,
la trayectoria de estos no fuera más marcada de lo que lo es ahora. Algunos han
ido dejando el grupo por diferentes causas entre las que hay que resaltar responder
a la llamada de diferentes equipos nacionales, debilitándose a nivel de
efectivos, pero muy bien reemplazados por estos del 2007 que ya comenté, contribuyendo, a pesar de las reinvenciones a la que se ha sometido el grupo más las posteriores llegadas de jugadores de otros clubes, a que la capacidad
competitiva no se haya perdido, seguramente por la transmisión a sus compañeros
de ese gen que tienen y que les hace irrepetibles.
Todo será empezar de nuevo y eso sí: mantener la llama encendida con aquellos del 2004 y otras, que desde que llegué al club son incondicionales de mi forma de ver y transmitirles el baloncesto. Aunque no tan incondicionales como yo lo soy de ellos.
Para este ÚLTIMO BAILE, nos hemos armado hasta los dientes. No hemos reparado en los medios que vamos a blandir en cada partido: trabajo y más trabajo en las sesiones, físico, técnico táctico, psicológico y de cohesión; las mismas ganas de cada año (que son todas) y un corazón inmenso que ofrecer al que tengo a mi lado en cuanto pueda necesitarlo. Con eso vamos a ir todos los días a jugar. ¡¡Ay de aquel que infravalore a un equipo campeón!!, porque más allá de que pueda volver a serlo, o no, puede hacer que cualquiera dé con sus huesos en el suelo, porque no pararán, por muy grande y duro que sea el muro… no pararán.