BÀSQUET

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dissabte, 11 de juny del 2011

UN SÁBADO CUALQUIERA, ¿O NO?

19’05 SALIDA HACIA EL TONI SERVERA

En el coche, de camino al Arenal, no hay conversación. Yo no puedo porque voy conduciendo, pero quien me acompaña va mirando por su ventanilla, observando lo que hay al otro lado del cristal. Sin abrir la boca. Incluso en el interior del habitáculo del coche hay concentración. Todos vamos a lo mismo, aunque las misiones sean distintas.

La llegada al pabellón es intrigante. El ruido de las bocinas que llega desde el interior y las inmediaciones de este, hacen que mire el reloj. Un sudor frío recorre mi nuca, cuando reconozco, aparcados, los coches de algunos jugadores. Lo que me viene a la cabeza es que llego tarde. Pero el reloj marca las 19’18. ¿Qué pasará?

El reclamo de las 400 camisetas de regalo a los primeros que llegaran ha hecho su efecto y una hora y media antes del partido ya hay un ruido ensordecedor en el interior del recinto. Al llegar y saludar a la encargada del complejo, como cada día de partido, haber dejado mis enseres para el partido en “mi zona del vestuario”, salgo a hacer lo propio con mi ayudante y al entrenador contrario, si ya se halla allí.

Mi homólogo ya está en su banquillo. Cuando le saludo y pregunto por el viaje y la atención recibida en el pabellón, en la sesión de tiro que han hecho por la mañana, me comenta no tan sorprendido como yo, que –si a esta hora ya hay este ruido, es que tenéis una bien montada-, Efectivamente, le contesto, pero le explico que la ocasión lo merecía. Para el club es un día muy importante y hay mucha gente que lo sabe.

Poco a poco, los asientos van siendo ocupados por personas enfundadas en camisetas negras. “Volem Ser de LEB” rezan en la espalda, con la marca sponsor en el pecho. Gente y más gente. 800 asientos son muchos. ¿Será Posible?

Después de la pequeña conversación con el entrenador visitante empiezo a trabajar. Primero revisión de problemas físicos hablando con el físio. Una vez conozco el estado de la plantilla, cualquier comentario divertido pero trivial con mi "socio", hará mas llevadera la espera. Pero hoy no. Me sorprende y me pregunta con que quinteto saldremos. No suele hacerlo hasta que M. A. está a punto de preguntármelo. Está más nervioso que yo. Se lo comento y le parece bien. Como siempre.  Pasemos por el vestuario.

Como siempre, yo espero a los jugadores a la entrada de este y, a medida que van llegando, hacemos chocar las manos a modo de saludo, antes de entrar, incluso Martí al que, obviamente, ya he visto y saludado antes. Una vez dentro, los jugadores se saludan una eternidad  entre ellos. Se desean suerte. Mucha suerte. De la buena. Es una de las mejores estampas que vivo en los momentos previos al partido. No se cansan de animarse dándose pequeños empujones en el pecho, haciendo chocar sus manos, algún que otro abrazo… Muy medido, muy rutinario. Es como en una película que he visto muchas veces y sigo haciéndolo porque me gusta verla, a pesar de poder hacer de apuntador en los diálogos.

Planteamiento del partido. Durante la semana hemos trabajado para no pensar en las consecuencias de la posesión, tanto si acaba bien, como si acaba mal. En defensa o en ataque. Ellos atacan con “estos jugadores”, “de este modo”. Debemos defender de “este modo” a este jugador y “de este modo” a “este jugador”. El bloqueo directo al 15, en tercero, al 7 con “flash” o “blue”, elige el que lo recibe. No hay posibilidad de que nos sorprendan y parando a uno de los tres grandes anotadores que tienen, el porcentaje de posibilidades de ganar el partido y la eliminatoria sube. Seamos nosotros mismos. Volvamos a jugar sin especular y no salgamos pensando como vamos a pararles, que se preocupen ellos de cómo van a pararnos a nosotros. Dientes apretados atrás y una gran sonrisa cuando nos vayamos hacia delante. Por lo menos delante divirtámonos. 1-2-3 E-QUI-PO.

¡¡Alto!! Un jugador quiere leer algo que ha preparado en casa para este momento. Saca un papel de la bolsa y lo lee. No recuerdo exactamente cuales eran las palabras, (obviamente si lo recordara tampoco lo diría. Lo del vestuario, del vestuario es) pero fue perfecto. Sobre todo viniendo de quien vino. Ahora sí salimos, pero además con un plus.

Ajustado el tiempo que queda con el calentamiento por la presentación a falta de 6’, y adecuados los tiempos porque al presidente le apetece que agradezcamos la asistencia del Público en el pabellón, los jugadores empiezan a coger calor y nosotros a observar al contrario. La gente que va colocándose en las sillas habilitadas a pie de pista tras la canasta donde vamos a calentar, nos desean suerte al pasar. Yo ya no escucho. Ya no oigo. Un corte ahora no me haría sangrar. Ahora ya no hay nada más que el partido. Observo la grada. Hay mucha gente, pero no veo caras.

Me piden el cinco inicial: -salimos con el quinteto establecido. Una vez proporcionado a la mesa me indican que puedo ir a firmar. Como siempre. Una vez tenemos el quinteto rival, me lo facilitan. No hay sorpresas. Su quinteto es el esperado.

7’ vámonos de la pista por el túnel, para volver a salir y agradecer a la gente, el haber asistido en masa a la convocatoria de un partido tan importante, con un aplauso dirigido a ellos. Los árbitros pitan 6 minutos. Presentación. Primero ellos. Durante su presentación en nuestro banquillo hay muchísima concentración y la espera es larga. Ahora nosotros. Sin demasiados empujones, sin demasiadas fiestas. Muy centrados. Nerviosos. Van saliendo uno a uno. Perfecto. Finaliza la presentación y pitan 3’. Voy al vestuario.

Mi minuto y medio en el vestuario, fuera de la pista de juego. Respirar, limpiar el sudor de la frente, de las manos. Resoplar en el hueco de la mano derecha cerrada en un puño, por la parte del pulgar varias veces y cuando pitan 1’30’’, salir.

Silencio absoluto. Yo no oigo nada. El quinteto con el que vamos a empezar, viene a mi cabeza, emparejado con los jugadores del otro equipo para establecer defensas. El primer movimiento en ataque si es estático contra individual y el primer movimiento si la defensa es zona. Su primer movimiento en ataque en los últimos 5 o 6 partidos, para no ser sorprendidos en defensa y empezar ganando. Va a ser duro y largo, lo sabemos todos.

Falta 1’40 vencemos por 21 puntos. Desde la esquina en la que me encuentro al borde de la pista, busco en la grada. Ya está, está ganado y quiero mandar un recado a alguien en la grada. No la encuentro, pero ella que me ha seguido con la vista, levanta un brazo para delatar su posición. Me echo dos dedos a los labios. Luego, me acerco al banquillo. No puede perderse ya y quiero ser el primero en felicitar  a los jugadores, uno a uno. No sé quien es el primero, el último es un amigo y mientras se suceden los abrazos se van consumiendo los segundos. Ya no vamos a atacar, quedan 11 segundos y  mientras el retroceso inexorable del crono avanza,  me dan una camiseta que reza “Ja som a L.E.B” con mi nombre a la espalda . Me acerco al banquillo rival y me dan la enhorabuena. La gente empieza a invadir la pista y nos engulle. Al rato empiezo a volar por los aires, para volver a caer y de nuevo volar mas alto impulsado por los jugadores. Me sueltan por fin y repiten con otros. Nunca me habían  hecho eso. Tal vez porque nunca había ganado algo tan importante.

Necesito abrazar a mi familia. Bajan a pista y después de abrazarme y felicitarme me riñe –Vuelve ahí dentro- me dice, y empiezo a gozar de la celebración más esperada de mi carrera. Agua y cava me empapan la ropa y los medios de comunicación me piden unas palabras (es muy emocionante). La gente me da la enhorabuena y reparto cientos de abrazos pero no me importa. La felicidad se puede cortar. Coincido de nuevo en mitad de la pista con Martí . Me susurra al oído “gracies”. Yo contesto “Gràcies a tu”.

Una legión de gente me empuja hacia el vestuario y a pesar de que pido que me quiten los zapatos (estrenaba), nadie se apiada de mi y me empujan bajo el agua de la ducha, añadiendo un poco de champú. La mejor ducha vestido de mi vida. Con la televisión en el vestuario, nuevas declaraciones. Esto es demasiado, celebración en el vestuario con las cámaras de televisión por testigo. Ducha de verdad y cena (gracias por la toalla). Hasta aquí el artículo. La celebración es nuestra. Solo nuestra.

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