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dilluns, 18 de març del 2013

¿ENTRENADOR? ENHORABUENA


En este momento de descanso, con tiempo para pensar, disfrutar y prepararse para continuar, sin la tensión del poco tiempo para preparar las sesiones y donde los entrenamientos tendrán solo la misión de mejorar aspectos específicos, miras atrás y ves la película. Repasas las conversaciones mantenidas con otros colegas y en ellas hay pistas. “Proceso”, Matías, todo es un proceso.

PROCESO. Conjunto de las diferentes fases o etapas sucesivas que tiene una acción o un fenómeno complejos.

ACCIÓN. Acto de hacer algo, o el resultado del mismo

FENÓMENO. Acontecimiento, suceso o cualidad que puede percibirse a través de los sentidos o a través del intelecto.

ACONTECIMIENTO. Suceso de alguna importancia

CUALIDAD. Atributo positivo de la persona. Cada una de las circunstancias o caracteres naturales o adquiridos que distinguen a las personas o cosas.

Una temporada de baloncesto, es un periodo de tiempo en el que un equipo esta sujeto a un proceso, con una sucesión de fenómenos en la cotidianeidad de los entrenamientos, que llevan irremediablemente a la obligación de aplicar ciertas acciones para que incidan en las cualidades de sus miembros, con el fin de llegar a un “acontecimiento”. Una de esas acciones, sin duda es la exigencia de una gran ética de trabajo.

No existe el acontecimiento sin el proceso. Las cosas no ocurren por inercia. Es necesaria la intervención de ciertos agentes sobre ese proceso, con el fin de controlar y fiscalizar el modo y la velocidad a la que se suceden los fenómenos que hacen crecer al equipo en su trayectoria hacia ese buscado “suceso importante”, así como las acciones necesarias para que el proceso avance a buen ritmo. Esos agentes son los entrenadores.

Aquel, sea cual sea su estatus, que tenga que ver a cualquier nivel con el baloncesto o con cualquier deporte de competición organizado, se equivoca al pensar que un deportista, un día, por el mero hecho de que haga más o menos calor, o porque simplemente tocaba, pase de hacer las cosas mal o normal a hacerlas mejor o bien.

De nuevo la “ética”. Los entrenadores no padecemos de mala ética de trabajo. Siempre estamos al 200%. Nunca nos reservamos para otro momento ni dosificamos nuestros esfuerzos. No entendemos un entrenamiento al 50% a no ser que así lo dicte la planificación del preparador físico. No escatimamos tiempo en el estudio del rival, no reservamos ejercicios para otra liga u otro año, no paramos de inventar. No tiramos piedras sobre nuestro tejado. No nos quejamos porque jugamos poco, o porque no jugamos. Tendemos una mano en forma de ánimo a quien las cosas no le van demasiado bien para que cambie la tendencia. Entendemos y aceptamos que se falle incluso una entrada a canasta o que haya un error defensivo que cueste el partido, porque sabemos que es todo el equipo el que tiene responsabilidades sobre ello. Reprobamos cuando es necesario, pero como parte de nuestro trabajo y con el objetivo de que el equipo mejore. Nosotros no salimos en las estadísticas. Valoramos en todos los partidos “0” o “-1” si hay técnica. 

Tener las armas para controlar y actuar sobre ese proceso, atesorar la capacidad de abstraerse a los sentimientos propios, ser capaz de hacerse cargo de algunas reacciones ajenas y saber entender y gestionar un mal momento, no es algo que pueda hacer cualquiera.  

¿Eres entrenador? Enhorabuena.

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