Yo siempre he pensado, y así se lo hago saber a los jugadores con los que trabajo, que no es suficiente con ir a los entrenamientos. Luego, además hay que entrenar, ayudar a entrenar y aceptar el rol que se tiene, tanto si es otorgado como si es adquirido por la dinámica del trabajo. Dicho esto, que parece tan sencillo, si lo que se hace dentro de la dinámica de trabajo no debe afectar negativamente, lo que se hace fuera del entorno del "Equipo", tampoco.
El primer problema que suele surgir es la cuota de minutos en los partidos. Creo que es un tema con el que los entrenadores nos encontramos durante toda la carrera, sea la categoría que sea. Todos quieren jugar 40 minutos, sin pararse a pensar que es imposible hacerlo con un nivel mínimo de exigencia, pero bueno: todos quieren 40 minutos. Algún entrenador lo intentó, cuando al empezar el partido puso a los 12 jugadores en pista. El árbitro le dijo que sobraban 7 a lo que se giró hacia los padres que se allaban en el publico y les espetó: lo ven? no se puede!!! Bueno, no todos. Alguno hay que eso lo entiende perfectamente. Mi criterio: saltas a la pista, ¿aportas lo que necesita el "equipo"? = juegas. ¿no aportas lo que necesita el equipo?, por lo que sea... el jugador quiere aportar puntos, pero el equipo necesita rebote de ataque o defensivo... pues vuelves al banquillo. No hay un ratito para cada uno. -"... es que ese no es un verdadero equipo porque los hay que juegan 30' y otros que están solo 10..." ¿La oportunidad de aportar? si, por supuesto, cada noche. Aprovechando las sesiones de entrenamiento para saber qué y cómo aportar lo que falta en cada momento, dentro de las capacidades de cada uno, es ser un buen miembro de un "Equipo", como lo es entender que: Hoy no doy una y soy un lastre, mejor sentado que en pista. Cosa que pasa muy a menudo, pero no se acepta con la misma frecuencia.
Por otro lado traer los problemas externos al entorno del equipo, en lugar de utilizar el entrenamiento como válvula de escape a esos problemas es un error añadido. Aprovechar el ambiente de trabajo en las sesiones para evadirse de ellos, pudiendo compartir inquietudes con el entrenador o compañeros, hará que todo mejore y si estos poseen en su perfil las cualidades necesarias como miembro de un Equipo, es jugar a carta ganadora.
No aceptar que los errores del equipo son por culpa del entrenador; que el bajo rendimiento de un jugador también - "... Mi hijo es el mejor y además es mi hijo (Chema Buceta)"; que no puedes olvidar aplicar ni un refuerzo positivo y evitar los negativos; que las notas son bajas posiblemente porque el baloncesto les quita mucho tiempo; que si un jugador no se siente arropado por el resto de compañeros debes actuar; que si algún jugador se aburre en los entrenamientos porque son demasiado serios, habrá que comprarse unos pompones de color y una mini falda para dedicarles 10 minutos en plan Cheerleader: "Dame una P, dame una E, dame otra P, y luego otra E: ¡¡"PEPE"!!; que si ves a un jugador mal anímicamente tienes que hablar con él para cambiarle el ánimo y la dinámica y que todo lo que se te pueda ocurrir para hacer más agradables los entrenamientos en cuanto a atención y seguridad hacia los jugadores, no solo es tu obligación sino que ni se te ocurra no hacerlo..., te convierte en un incauto y un entrenador incauto es vulnerable y caerá.
¿Quién cuida al que cuida de todos? Pues nosotros solitos que bastante mayores somos ya. Total, por gestionar el grupo, enseñar la práctica y a conocer el juego, a competir y a tener valores, cohesionarles para convertirles en un Equipo, hacer unas fotos de recuerdo y salir a cenar de vez en cuando no vas a querer una medalla. Si hay resultados positivos individuales, grupales o ambos... siempre es porque los chicos realmente son buenos, no querramos además un reconocimiento. ¡¡Acabáramos!!
Un EQUIPO, un porcentaje repartido de responsabilidad, una forma de ser uno siendo 15, un trabajo a realizar por todos... aunque alguno no pueda remar.
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