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dimecres, 1 de novembre del 2023

EMPATÍA UNIDIRECCIONAL

 




Me llamo Natxo Urbiola. Ejerzo como periodista aficionado en una publicación de carácter local en Azpeitia, donde dispongo de una pequeña columna de opinión y me encargo de las crónicas del equipo de la localidad, en la que el baloncesto tiene un gran peso en la agenda de ocio. He sentido siempre curiosidad por saber cómo es la vida de un entrenador de cualquier deporte, en el antes y el después de los partidos, así como en el día a día de los entrenamientos en el seno del equipo, en el vestuario y en la pista. Suele ser el eslabón más débil cuando las cosas no funcionan bien. Por eso, en caso que desde la dirección del club tenga que tomarse alguna decisión respecto a los malos resultados, siempre es el que cae. Hace unos días Joan Peñaroya ha sido destituido de su cargo como entrenador. Ya habia salido publicado quien era su substituto y dirigió 2 partidos más. Algo terrible a mi modo de ver.

Aprovechando esa mala maniobra, recuperaré de hace unos meses, cuando la temporada pasada estaba ya finalizando, una conversación que tuve con un entrenador cuya identidad no revelaré. Debo decir que fue en Euskera, pero intentaré reproducirla. Fue asi:

¡Hola entrenador! ¿Qué estás haciendo?

-Hola Natxo!!, aquí. Mirando la planilla de estadísticas.

No ha ido bien ¿no?

--Bueno, cuando pierdes siempre es jodido pero no ha ido mal. Aunque hemos perdido, el equipo ha tenido un rendimiento aceptable.

¿Qué ha pasado entonces?

--Los porcentajes nos han traicionado y hemos tenido fases complicadas en cuanto a concentración en defensa.

¿Cómo lo lleva el equipo?

--Imagino que ahora el vestuario debe ser un funeral. Seguramente cuando salgan de la ducha y hayan cenado lo verán de otro modo o se les habrá olvidado.

He visto que ibas hablando con ellos ¿Qué les dices justo después de terminar un partido que se ha perdido?

--Sobre todo procuro no tomar ninguna decisión al respecto de lo pasado, en ningún sentido. Doy ánimo a los jugadores consciente de que seguramente estarán mal, para quitar hierro a la derrota e Intento aislar las actuaciones individuales para dar la enhorabuena a aquellos que han estado bien, que seguro que los hay y a los que han estado mal, igual pero sin la enhorabuena. Les transmito la tranquilidad que tengo respecto a sus capacidades, aquello que deben mejorar y el modo en que deben hacerlo y les hago llegar mis consejos.

¿Cómo acogen los jugadores esas observaciones?

-Entiendo que bien. Nadie me ha dicho lo contrario.

¿Entiendes que bien?

-La intención es buena, no veo porqué debiera ser de otro modo.

¿Replican las sugerencias?

-No, al contrario. Suelen dar las gracias.

Eso está muy bien. ¿Alguno te pregunta al respecto del partido?

-A veces piden la estadística, otras saber porqué han tenido poco tiempo en pista. Cosas de ese tipo

¿Alguien te ha pedido disculpas por una mala actuación?

-No.

¿Alguien te ha dado la enhorabuena por la dirección del partido en una victoria?

-Algún aficionado o familiar al salir lo hace, los dirctivos, mi familia, jajaja.

¿Algún jugador?

-No

¿Algún jugador te ha dado ánimos después de perder un partido?

-No. Eso no pasa nunca

¿Nunca te han dado la enhorabuena por una victoria ni ánimos después de una derrota?

--No

Entonces, ¿por qué tú si lo haces?

--En primer lugar porque creo que forma parte de mi trabajo y después porque me sale hacerlo por respeto y estima al equipo y a cada uno de ellos como individuo.

¿Será que a ellos no les sale hacerlo?

--Será eso. No sabrán cómo hacerlo, qué palabras utilizar... están a otras cosas. Pero tampoco es algo que espere.

¿Por qué?

--Porque no. Nunca lo hacen.

Y si alguno un día se interesara por tu estado de ánimo después de perder un partido o te diera la enhorabuena después de una victoria. ¿Cómo reaccionarias?

--Pues, no lo sé pero creo que bien, claro.

Claro. ¿Cómo no? Muy bien entrenador, muchas gracias

--De nada Natxo, cuídate.

 

El entrenador es un miembro más de un equipo. Con un trabajo especifico, igual que el base, el pívot, el alero, el tirador, el especialista defensivo, el delegado, el segundo entrenador. Sin embargo el estatus de líder que tiene, le convierte a ojos de los jugadores, aficionados, familiares y directivos en alguien que ni siente ni padece y que, por tanto, no necesita que nadie se interese por el momento que está pasando, ni cuando han ganado ni cuando han perdido, resultado que han tenido todos a la vez.

Algunos llaman a eso "La soledad del entrenador", yo lo llamo "empatía unidireccional".

-Natxo Urbiola-

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