BÀSQUET

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dimarts, 27 de març del 2012

EL QUE ESTÉ LIBRE DE CULPA...

“Cuestiona al entrenador que cuestiona su plantilla”.

Esta es una frase que encontré en uno de los blogs que suelo visitar (PSICOBASKET – G. Vázquez) y que tengo guardada en un listado de citas con las que, de algún modo, me siento identificado o dicen cosas con las que estoy de acuerdo. Leerla, me ha inspirado para escribir este artículo, porque es una aseveración que esconde una gran verdad. Algunos partidos de categoría de formación que he visto esta semana, lo confirman. No es necesario sacudirse la culpa con la parte dorsal de los dedos, como si fuera un poco de caspa sobre el hombro y algunos entrenadores lo hacen.  

Seguramente alguno de vosotros ha estado en algún partido, o lo ha dirigido como entrenador y se ha dado cuenta de que muchas veces, desgraciadamente demasiadas, los jugadores o jugadoras de un equipo, tienen toda la culpa de lo malo que ocurre en la pista. O por lo menos esa es la impresión que da, escuchando las instrucciones que, desde la banda, los técnicos mandan a su quinteto. Algunas veces incluso, utilizando un lenguaje o indicando algunas cosas que, ni siquiera aquel que lleva muchos años en contacto con el baloncesto, es capaz de entender.

Por otro lado también pasa, que cuando el equipo realiza una buena acción, el entrenador, lejos de agradecer el esfuerzo o de aplaudir la acción, hincha el pecho en un claro gesto de “esto sí es obra mía”. Lo más preocupante es que estos casos son directamente proporcionales a los anteriores.

Lógicamente los jugadores se equivocan mientras están jugando,  exactamente igual, ni en mayor ni en menor medida, que nosotros los entrenadores y los árbitros, solo que los jugadores no pueden recriminarles los errores a ninguno de estos. A los primeros porque les sientan y a los segundos porque les pitan técnicas y pueden expulsarles. Con todo ello y puntualizando que estas actuaciones se prodigan muchísimo más en el baloncesto de formación, el bien a proteger queda como el más desprotegido.

Teóricamente los jugadores deben aprender a jugar como entrenan. Dicho esto pueden pasar dos cosas: que se equivoquen muchas veces y no se corrijan todos los errores, o que no se equivoquen nunca en los entrenamientos. En ambos casos el contenido de las sesiones no será el apropiado. En uno porque la carga seguramente será muy superior a la que necesitan los jugadores o jugadoras y se demuestra un total desconocimiento de la plantilla y en el otro por todo lo contrario, pero demostrando lo mismo. No quiero ni pensar en que el entrenador en cuestión, por intentar dar una imagen de solvencia o esconder la incompetencia, cargue las miserias del equipo sobre los jugadores o jugadoras deliberadamente.

Yo aconsejaría un poco más de autocrítica en todo el bloque. ¿Qué hay de malo en reconocer que algo no se está haciendo o no se ha hecho bien? tal vez la conciencia de que es así, haría rectificar algunas rutinas en los entrenamientos y en la dirección. El tópico de que “ganan ellos y perdemos los entrenadores” no hay que pretender cambiarlo y menos con estas artes. Hay que saber vivir con él y formarse. Tal vez con la instauración de algunos valores como: el grupo o el equipo, la generosidad, el agradecimiento y la autocrítica en todos los miembros del colectivo, seria más fácil asumir la responsabilidad de las decisiones a tomar. Si se equivoca, “todo” el equipo estará a su lado, la generosidad de unos le darán una segunda oportunidad y el agradecimiento de otros valorará el esfuerzo de que vuelva  a intentarlo. Este segundo intento será mejor si ha habido un buena autocrítica.  

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