Invertir en la formación de uno mismo debería ser algo más habitual. Tener
la seguridad, por otro lado siempre equivocada, de que ya se sabe suficiente,
sea posiblemente el peor enemigo de cualquier profesional. Además, si los
grandes entrenadores y entrenadoras de España y Europa, dedican cierto tiempo
en intentar aprender de otras filosofías y sistemas de trabajo dentro de
nuestro deporte, ¿porqué no yo?
Cuatro cosas y mucha ilusión dentro de una maleta, programa de trabajo con
un equipo del mas alto nivel y rodearte de los mejores para zambullirte de
nuevo en Baloncesto, es todo lo que necesitas. Claro, visto así no es poco o
por lo menos no lo parece, pero la verdad es que, con el anfitrión con el
que pase 4 días de febrero, incluso algunas cosas podría haber dejado en casa,
porque lo que me encontré fue generosidad y hospitalidad a raudales.
Destino Palencia. El Quesos Cerrato Palencia de Leb Oro, entrenado por un
amigo, Natxo Lezcano, fue el equipo con el que he tenido el inmenso placer de
quitarme el mono por la inactividad. El paro forzado en lo que es mi gran pasión y mi profesión,
fue inmediatamente atendida por Natxo y solo tuve que plantearle la posibilidad
de ir unos días a su ciudad a verle trabajar con su equipo, para obtener un “no
se hable más” y me recibiera con los brazos abiertos. Un fantástico entrenador y
sin duda mejor persona. Generosa, amable y hospitalaria como pocos…o como deberia
ser, pero de los que seguro que no abundan. Raul, el gerente del club, trabajador incansable, me brindó tambien un trato exquisito. Mejor imposible.
3 sesiones y un partido en la cumbre, han significado sin duda un Master en
Baloncesto. Compartir, comparar, debatir y sentenciar sobre aspectos de diferente
índole, me ha enriquecido mucho. Sin ningún tipo de duda, ahora soy mucho mejor
entrenador y mejor persona. La simbiosis de Natxo entrenador e individuo me ha
parecido simplemente espectacular.
Pero por si no fuera suficiente, el jueves tarde, aprovechando el descanso
a la plantilla, nos acercamos a Valladolid para ver una sesión del maestro
Ricard Casas. No tenia el honor de conocerle, nunca había hablado con él, pero
cuando accedió a la pista en los momentos previos al entrenamiento, mientras la
plantilla estaba trabajando con el preparador físico y me comentó ciertas cosas
al respecto de mi cese como entrenador, a parte de quedar anonadado por la información
que manejaba respecto a mi y sentirme por ello avergonzado por no poder
corresponderle a la misma altura, me di cuenta de que en el mundo del
baloncesto, hay personas, por supuesto “personitas”, hay grandes personas y
luego gente como Natxo y Ricard. La conversación en su despacho y poder conocer
luego a Antonio Pérez, su ayudante, fue sin duda la guinda a unos días llenos
de aprendizaje, donde el baloncesto, a pesar de tener el papel principal, no
estuvo por encima de la humanidad.
Muchas gracias a ambos.
Realmente, conocer a personas de este calado, compartir lo que tenemos en
común y sentirte respetado y valorado como entrenador, hace que la perspectiva
del tamaño de este mundo cambie y que donde podías pensar que éramos solo unos cuantos
y mal avenidos, resulta que hay personas, con todas las letras, que te hacen
sentir bien, pero no por lástima, sino por el respeto que requiere tratar a un
igual.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada