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diumenge, 5 d’abril del 2020

DESAPRENDER

Leer, escuchar música, dibujar, participar en videoconferencias, deporte en pequeños espacios, pasear al perro del vecino… todo aquello que no tenia ninguna cuota de tiempo en mi agenda semanal diaria, ni residual en un mes o época del año (salvo leer), han adquirido en las últimas semanas un muy importante peso especifico en el día a día. Sin previo aviso, nos vemos obligados a tener que “desaprender”. 

(DESAPRENDER acción relacionada con revisar tus convicciones, hábitos y formas de hacer y modificarlas por unas nuevas). Los cambios tan acelerados provocan la necesidad en personas, colectivos y negocios de dejar de hacer aquello que les ha funcionado durante tiempo, ya que el entorno ha cambiado.

Además, tendrá que ser a marchas forzadas, porque es cierto que volveremos, será rápido y lo haremos para ser otros y no con pocos cambios. (Alusión gratuita al programa de tv. de Iñaki Gabilondo).

No soy el único al que le está resultando una situación difícil de gestionar. Ya no solo porque hace unos días se cumplió la tercera semana de confinamiento en casa, mas allá de las necesarias compras de vituallas para el encierro, sino porque ya empieza a faltarme algo. La familia bien, gracias!!! Con ellas en casa estamos, menos mal. No todos pueden decir eso. No es tan necesario, pero si también muy importante en mi vida: entrenar en la pista con los jugadores y lo empeora no saber hasta cuando.

Incomoda la situación, el deber de cooperar no saliendo de casa y las salidas puntuales para el reabastecimiento. El entorno es distinto. Las calles están vacías, sin ruido salvo a las 20:00, las distancias se han ampliado, ya no existen los abrazos ni otras muestras de afecto. No hay último adiós. Caras tapadas, litros de desinfectante, limitación de cantidades, pasear del balcón al salón… Esto, que durante unos días puede incluso resultar divertido por la novedad y nos anime a frivolizar sobre ello y a rellenar nuestros perfiles en las redes con la sátira que fabrica nuestro inquieto intelecto, -“El que no tenga un cable cruzado, que tire la primera piedra. (Chema Buceta)"-, es posible que haya venido para quedarse y todavía no estamos preparados para ello, al menos yo no.

Hay mucha gente a la que quiero volver a ver, en persona, no a través del teléfono, para darle un abrazo, un beso y mirarle a los ojos sin que me rehúya la mirada… mucha. Y no se si sabremos hacerlo. ¿habrá que infringir alguna norma para ello?¿habremos desaprendido lo suficiente? 

Descubrieron que los besos no sabían a nada, hubo una epidemia de tristeza en la ciudad, se borraron las pisadas, se apagaron los latidos y con tanto ruido, no se oyó el ruido del mar". (Ruido-Joaquín Sabina)

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